Keching, la hija de una ilustre familia de Liyue con un orgulloso linaje, conoce mejor que nadie la influencia de Rex Lapis en la gente de Liyue.
Una vez cada pocos años, de forma casi cíclica, se produce un gran cambio en la efonornía de Liyue después del Rito del Descenso. Una vez que se anuncian las nuevas políticas de Rex Lapis, algunas familias lo celebran, mientras que otras lloran.
Los pobres esperan tener por fin una oportunidad de ganar dinero, y los ricos rezan para que las mareas cambiantes no se lleven la suya. En lugar de analizar cuidadosamente el entorno económico, los comerciantes, por su parte, son más propensos a realizar inversiones basadas en sus creencias.
En el actual Liyue, no se puede culpar a nadie que adopte estas estrategias, ya que Rex Lapis es una poderosa deidad en la que se puede confiar para todo.
Pero Keching tiene su opinión sobre todo esto: ¿qué pasa si, un día, Rex Lapis deja de cumplir con su deber? ¿Qué sería de la gente de Liyue?
La prosperidad actual de Liyue es similar a un magnífico castillo de arena en la playa: la humanidad no tiene el poder de decidir cuándo subirá la marea y lo destruirá todo.
Sin embargo, la gente no apoya la mayoría de los puntos de vista de Keching. Para la mayoría de las personas, su vida no es más que un breve e insignificante momento en la larga historia de Liyue, y no tiene sentido pensar en resolver este dilema existencial.
Para ella, en cambio, esta perspectiva denota holgazanería y cobardía, y niega toda posibilidad de que la existencia de la raza humana tenga algún sentido. "Si nuestras vidas no tienen ningún valor", se pregunta Keching, "entonces, ¿por qué esperamos que los dioses se preocupen por nosotros?".
Al no estar dispuesta a comprometerse con alguna creencia, se muestra escéptica con absolutamente todo, desde la amabilidad de Rex Lapis a la pereza de la gente, pasando incluso por la forma en que funciona la sociedad.
Los asuntos que afectan al destino de la humanidad deben ser gestionados por la humanidad, que es la única capaz de hacerlo como es debido.
Hasta que, finalmente, llegó el día en que pronunció su famoso discurso durante el Rito del Descenso: "Rex Lapis ha velado por Liyue durante un milenio, pero ¿qué pasa con el próximo milenio? ¿Qué pasa con los próximos diez o cien milenios? ¿Cuánto tiempo estamos dispuestos a mantener este status quo?".
Al escuchar estas palabras, Rex Lapis empezó a reír a carcajadas. ¿De qué se reía exactamente?
Hay quien puede seguir el ritmo de las ideas innovadoras de Keching, pero nadie puede seguir su ritmo de trabajo.
Tal vez en un esfuerzo por convertirse en un modelo a seguir para su gente, se exige a sí misma trabajar diez veces más duro que los demás, y no soporta el más mínimo signo de pereza o ineficiencia.
Las habilidades y la esperanza de vida de los humanos son más limitadas que las de los dioses. Esto quiere decir que, si se permite la indiferencia y la lentitud, los humanos nunca podrán reemplazarlos como maestros de nuestro propio universo.
Justamente debido a esta forma de pensar, nadie puede seguir su ritmo de trabajo.
Independientemente de la tarea, Keching no descansa hasta que el trabajo esté terminado y, cuando algo se tiene que posponer medio mes, hace todo lo posible para tratar de revertir el problema en un plazo de 48 horas.
Además, su concepto de "completar" una tarea es mucho más ambicioso que simplemente "terminarla". Se asegurará de que no quede ningún cabo suelto en los demás aspectos relacionados con esa tarea. Desde fuera, todo el mundo diría que es una persona eficiente y perfeccionista.
Ahora bien, no todo el mundo tiene la misma motivación que ella. De hecho, ninguno de los asistentes que ha tenido duró más de tres meses en el puesto. Ha recibido innumerables críticas por ser tan impaciente y por no estar nunca de acuerdo con nada.
A pesar de ello, llegó a la conclusión de que el hecho de que sus asistentes no duren en el trabajo es, hasta cierto punto, reflejo de su propia ineficiencia, así que decidió ceder en algunos aspectos.
Hoy en día, si te encuentras con algún asistente de Keching encargándose de un asunto con tres, cuatro o incluso años de antelación, no te alarmes; es algo completamente normal. Keching les dio un poco de ventaja, pero pronto los alcanzará.
"Las experiencias del ayer se convertirán en mis fortalezas del mañana". Este es uno de los principios por los que se rige la vida de Keching.
Como pasa tanto tiempo en la Terraza Yujing, ve las mismas cosas día tras día. Pero para poder pensar y actuar tan rápidamente como un rayo, se necesita una gran cantidad de experiencia.
Así que, si Keching se entera de que hay algo que hacer, ella misma lo hará. Por ejemplo, una vez trabajó durante dos meses en la construcción para hacerse una mejor idea de este tipo de trabajo y, así, idear un plan de mejora para los salarios del sector.
Es difícil imaginar que esta joven con tantos aires de autoridad haya tirado de carros en el Abismo, excavado tierra en el muelle sur del puerto y comido con sus compañeros obreros en los mismos abarrotados y diminutos comedores que ellos.
Además de trabajar, también aprovechó la oportunidad para reunir pruebas con las que denunciar a un poderoso jefe conocido por explotar a sus trabajadores.
Al final, lo detuvieron sin que supiera cómo lo habían descubierto. Pero cuando la Geoarmada lo llevó a la sala de interrogatorios, allí vio a una llamativa joven vestida con una fina túnica.
"¡Oye, tú! ¿No nos hemos visto antes?"
Incluso él se dio cuenta de lo estúpida que era la pregunta que acababa de hacer, sobre todo cuando la Geoarmada presentó a la mujer de la siguiente manera:
"Estás ante el Equilibrio Terrenal de las Siete Estrellas de Liyue. ¡Compórtate como es debido y mantén tu distancia con ella!"
¿En qué estaba pensando aquel tipo al hacer esa pregunta?
Cuando Keching, que ha dedicado una gran parte de su energía a Liyue, tiene un poco de tiempo libre, suele emplearlo en una afición que nadie esperaría que tuviera: ir de compras.
En sus días libres, se pone ropa normal, se reúne con alguna amiga y disfruta de un día de tiendas por la Pendiente Feiyun y el Peñasco Chihu.
Tras la muerte de Rex Lapis, Keching pudo mantener este método de desahogo a pesar de su apretada agenda, aunque con una pequeña diferencia.
En uno de sus paseos para comprar, encontró un puesto pequeño y sencillo que vendía unas lindas figuras de arcilla de Rex Lapis con cuerpos diminutos y cabezas grandes.
Aunque ella lo que quería era convencer a sus amigas para visitar la tienda de seda de enfrente, se acercó a aquel puesto, tomó una figurita y la examinó detenidamente.
Sabía que no tenía mucho tiempo.
Entonces, después de mirar alrededor para asegurarse de que nadie la estaba mirando, la pagó y se la guardó rápidamente.
Pero apenas había colocado la figura en su bolso cuando dio un suspiro de alivio y una sonrisa se le escapó. En ese momento, una de sus amigas, que llevaba unas telas de seda a cuestas, le dio unas palmaditas en el hombro.
Al final, todo se reveló, ya que sus amigas, que eran bastante chismosas, le preguntaron: "¿No eres tan escéptica? ¿Por qué quieres una de esas figuras?"
"Para... ¡para mi introspección! No hay nada malo en la autorreflexión, ¿cierto?", respondió ella, algo que hubiera sido convincente si no tuviera una estantería llena de artículos de "introspección" de Rex Lapis en su casa.
Cuando Keching, que ha dedicado una gran parte de su energía a Liyue, tiene un poco de tiempo libre, suele emplearlo en una afición que nadie esperaría que tuviera: ir de compras.
En sus días libres, se pone ropa normal, se reúne con alguna amiga y disfruta de un día de tiendas por la Pendiente Feiyun y el Peñasco Chihu.
Tras la muerte de Rex Lapis, Keching pudo mantener este método de desahogo a pesar de su apretada agenda, aunque con una pequeña diferencia.
En uno de sus paseos para comprar, encontró un puesto pequeño y sencillo que vendía unas lindas figuras de arcilla de Rex Lapis con cuerpos diminutos y cabezas grandes.
Aunque ella lo que quería era convencer a sus amigas para visitar la tienda de seda de enfrente, se acercó a aquel puesto, tomó una figurita y la examinó detenidamente.
Sabía que no tenía mucho tiempo.
Entonces, después de mirar alrededor para asegurarse de que nadie la estaba mirando, la pagó y se la guardó rápidamente.
Pero apenas había colocado la figura en su bolso cuando dio un suspiro de alivio y una sonrisa se le escapó. En ese momento, una de sus amigas, que llevaba unas telas de seda a cuestas, le dio unas palmaditas en el hombro.
Al final, todo se reveló, ya que sus amigas, que eran bastante chismosas, le preguntaron: "¿No eres tan escéptica? ¿Por qué quieres una de esas figuras?"
"Para... ¡para mi introspección! No hay nada malo en la autorreflexión, ¿cierto?", respondió ella, algo que hubiera sido convincente si no tuviera una estantería llena de artículos de "introspección" de Rex Lapis en su casa.
Aunque es noble de nacimiento Keching trata de mantener sus lujos al nivel que le corresponde como una de las Siete Estrellas de Liyue.
Cuando está fuera de la ciudad, a menudo se adentra en áreas deshabitadas para fortalecer su conocimiento y agudizar su voluntad.
Se ha enfrentado a innumerables desafíos, pero, a diferencia de los mochileros y aventureros, ella no lleva consigo nada más que su horquilla y una espada.
Cuando una horquilla está infundida con Electro, puede convertirse en un cuchillo de un filo inigualable, útil para cortar hierba y leña, desollar y tallar huesos.
Si se enfrenta a una gran altura, solo tiene que clavar la horquilla en el suelo, atarla a una cuerda y descender.
También sirve como un dispositivo de seguridad increíblemente sensible para acampar. Si alguien la vuelca o la tira en el suelo, cualquier movimiento inusual alertará y despertará a Keching inmediatamente.
Incluso se puede usar para pescar: simplemente la arroja al agua cuando tiene hambre y siempre habrá un pez que quede inconsciente por la descarga eléctrica. Después de eso, encontrar un palo en el que asar el pescado no supone ningún problema.
Algunas personas de mente cerrada han ridiculizado la horquilla de Keching por estar vieja y desgastada, pero esto no la enoja. Es más, lo considera motivo de orgullo.
"Su aspecto antiguo y desgastado es lo que le da su encanto".
Keching es una escéptica sin igual cuando se trata del valor de las Visiones.
Ella sabe que todo lo que tiene lo consiguió por su duro trabajo, pero también sabe que los demás no reconocen ese trabajo, sino que todo el mérito se lo lleva su Visión.
Una vez creyó que el cristal púrpura de su Visión le había robado el orgullo, y que era la manera que tenían los dioses de desafiarla e insultarla.
De hecho, ha tratado de destruir su Visión en muchas ocasiones. Una vez, la dejó en un incendio durante tres días y tres noches, dejó que un carro minero lleno de rocas pasara por encima de ella, e incluso la lanzó al vacío desde la Cámara de Jade.
Desafortunadamente, nunca logró destruirla.
Al agotar todas sus ideas, y sin querer que cayera en las manos equivocadas, Keching se vio obligada a aceptar la Visión como parte de su vida.
Con el paso del tiempo, incluso llegó a apreciarla. Se dio cuenta de que este objeto, en realidad, no había sido imbuido con ninguna voluntad divina y, de hecho, tenía muchos usos prácticos. Así pues, decidió hacer uso de ella.
"En vez de su fuente de poder, más importante es la motivación de una persona para ser más fuerte".
Independientemente de su forma de pensar en el pasado, la Visión y los poderes de Keching se han convertido en parte de ella.
Fue gracias a los Arcontes que no acabó destruyéndola, o seguramente se habría arrepentido en el futuro. Así son los problemas de la gente pragmática...
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